Chillida: vibración muda

Comisariado: Ignacio Chillida Belzunce

Obra: se exponen 16 obras, fechadas entre los años 1986 y 2000

Chillida: vibración muda es una muestra diseñada para la Fundación Cristino de Vera, comisariada por Ignacio Chillida Belzunce, hijo del escultor y Director General del área obra y artista del Museo Chillida-Leku, con obras pertenecientes a sus propios fondos, en su sede de Hernani, Donosti-San Sebastián.

La muestra se compone de dieciséis (16) obras, realizadas por Eduardo Chillida entre los años 1984 y el año 2000. De una parte tenemos esculturas trabajadas con tres materiales diferentes, tierra cocida, de los años ochenta y noventa, acero, realizadas en los noventa, y alabastro, obra que Chillida hizo en el 2000. De otra parte nos encontramos con una serie de Gravitaciones, trabajadas por el escultor entre los años 1986 y 1992, valiéndose unas veces de papel, tinta e hilos, y otras de papel e hilos sólamente.

De Gravitaciones nos dice Nausica Sánchez, del Museo Chillida-Leku, que "La obra en papel es una constante en la trayectoria artística de Eduardo Chillida. Incontables dibujos, collages, grabados y gravitaciones (...) consideradas por el escultor como su música de cámara. (...) Las Gravitaciones se presentan a modo de relieves de papel. Su factura se realiza a partir de papeles artesanos hechos a mano. Las hojas recortadas de diversos formatos se superponen unas a otras y cuelgan de la pared pendientes de hilos. En algunas ocasiones, el artista introduce dibujos de tinta negra, y en otras, son los propios bordes del papel que interconectados actúan entre sí. (...) Chillida mediante estos papeles en suspensión retoma su eterna lucha contra la gravedad. También en las gravitaciones se aproxima a la filosofía mística en esa voluntad de levitar."

Entre las Esculturas tenemos, en primer lugar, las que realizó valiéndose de metales como el hierro o el acero –dos de ellas se muestran en esta exposición–. "En 1951, Eduardo Chillida se adentró en el cosmos del hierro, atraído por los sonidos de la forja, los golpes del martillo sobre el yunque, y el crepitar del fuego. El escultor convierte el metal en su material predilecto y busca hacer sonar el espacio para "lograr la vibración muda". Si en sus esculturas tempranas destacan las formas puntiagudas y lanceoladas, ya en su época madura su grafía se suaviza dando paso a la materialización de piezas aparentemente más dúctiles. Ejemplo de ello son las seleccionadas para la muestra: Besarkada III (abrazo, en euskera) o Estudio para Homenaje a Hokusai II. También contamos en la muestra con esculturas elaboradas en tierra cocida. Sabemos, de mano del propio Museo del escultor, que "Chillida no trabajaba la arcilla sino concretamente la tierra chamota, materia que puede ser manipulada en bloque sólido y compacto. El descubrimiento de este material por parte del escultor se produjo a través de la audición. (...) A principios de los setenta, mientras trabajaba en el taller de grabado que la galería Maeght tenía en Saint Paul de Vence escuchó por primera vez el sonido producido al golpear la tierra contra la superficie de trabajo. A partir de ese momento, comienza a producir sus Lurrak (tierras, en euskera) y Óxidos, bloques de corte primitivista y formas suaves". Cerrando el grupo de esculturas, destaca la presencia de un elegante y delicado alabastro. "Es en este material traslúcido donde Chillida encuentra una posibilidad de acercamiento a una dimensión espiritual. A través del alabastro, se desvanecen los límites entre la materia y el espacio. La luz penetra en el interior de la piedra mientras ésta parece disolverse en vibraciones luminosas. De esa manera, el escultor da forma a la claridad."