Presentación

En 1897, gracias a la Exposición Universal de Arte e Industria celebrada en Estocolmo, el cine sueco recibió su primer impulso. Por aquel entonces, se filmó al rey Oscar II a su llegada a la muestra, lo que le convirtió en la primera estrella del celuloide. En los años veinte del siglo pasado, Suecia ya se encontraba entre los países de mayor relevancia en el séptimo arte. Firmadas por Victor Sjöström y Mauritz Stiller, se rodaron películas consideradas por sus contemporáneos como obras maestras, pero será en los albores de los cuarenta, con Europa en guerra, cuando se advierta un cambio significativo debido significativa función psicológica que asumió el cine sueco.

Desde aquel entonces, y hasta la actualidad, la industria cinematográfica en Suecia ha vivido diversos momentos: de esplendor, cuando Ingmar Bergman entra en la escena internacional con "Sonrisas de una noche de verano" y sus posteriores producciones, de crisis, causada por el auge de la televisión, y de renovación, gracias a la denominada “reforma cinematográfica” de 1963, en la que el Estado liberó importantes recursos económicos con el fin de fomentar películas de calidad. Gracias a esta reforma surge una nueva generación de cineastas comprometidos que alcanzaron el éxito y contribuyeron a un florecimiento de la escuela sueca de cine.

A esta nueva generación de cineastas, como los que integran esta nueva propuesta cinematográfica que ofrece la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias en colaboración con la Embajada de Suecia en España, les une unas características especiales como son: la forma de entender la Naturaleza como elemento determinante del drama, la preocupación por la moral, la afición culta a la literatura y la atención obsesiva por los grandes problemas de la condición humana.