Encuentro
Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias
C/ San Agustín, 18
38201 - San Cristóbal de La Laguna
“CÁLIZ DE LUZ: ESTÉTICA Y MÍSTICA
EN LA OBRA PICTÓRICA DE CRISTINO DE VERA”
Dirigido por: Fernando Castro Borrego
4 de noviembre - 2 de diciembre
En la pintura de Cristino de Vera no brilla el sol, pero hay abundante luz. Al no estar los cuerpos bañados directa o indirectamente por la luz solar, tampoco surgen sensaciones táctiles, como describía Bernard Berenson, historiador especializado en pintura del Renacimiento italiano, para quien la capacidad de crear ilusión tridimensional producía en el espectador lo que él llamó “valores táctiles”. Cristino propone lo opuesto: no busca un efecto táctil, sino una sensación de levedad. La luz en su pintura no pesa, por el contrario, se manifiesta con ligereza y se vincula a un tipo de iluminación mística y antinaturalista que recuerda la pintura bizantina, cuyas figuras parecen levitar. Esta concepción del lenguaje figurativo ya fue señalada por Boccaccio al afirmar: “Giotto rimuttò l’arte dell’dipingere di greco in latino” (“Giotto cambió el arte de pintar de griego en latino”). La “maniera greca” correspondía al arte greco-bizantino, mientras que la “maniera latina” era realista y naturalista, inspirada en la Roma clásica y dominante en el Renacimiento, basada en la representación del cuerpo a través de masas y sombras, concepto conocido en la pintura griega como skiagrafia. En este sentido, Cristino de Vera puede considerarse el último pintor greco-bizantino.
Ya sea desde los presupuestos estéticos del arte bizantino, desde el ideario de Plotino o de los neoplatónicos florentinos, la dimensión metafísica de la pintura se ha transmitido. Dante lo ejemplifica en literatura, como en el Canto XXX del Paraíso, en la Divina Comedia, cuando el encuentro con Beatriz se expresa únicamente a través de la luz: “Non siamo usciti /fuore del maggior corpo al ciel che´é pura luce:/ luce intellettual, piena d´amore/amore de vero ben, pien de letizia;/ letizie che trasciende ogni dolzore”. La luz, como metáfora de lo celestial, determina el sentido simbólico de la pintura de Cristino de Vera. El artista rechaza la reproducción naturalista de los objetos; incluso elementos cotidianos como casas, camas o tazas pierden sus atributos singulares, pues el pintor idealista se centra en la idea, no en lo concreto. Heidegger, en El origen de la obra de arte, analizó la noción de arquetipo en el arte helénico, destacando que el arte no imita el mundo, sino que revela modelos ideales. Cristino aplica esta visión a arquetipos humildes: la taza, el cesto, la vela.
Cristino propone la significación del cáliz de luz como imagen simbólica, contrapuesta al laberinto, del que solo se sale mediante la conciliación de los contrarios. Esta operación, según el propio artista, es una experiencia mística que implica el despojamiento del “alma en su desnudez” y solo es posible como un don de la gracia, no por voluntad propia, razón por la cual afirma haberse “dejado llevar a la luz total”. La luz, con connotaciones celestiales y trascendentes en casi todas las religiones, se despliega en su pintura como una inundación lumínica, donde la inmanencia y la trascendencia no se oponen sino que se equilibran.
Un error frecuente de la crítica ha sido calificar su obra como neoimpresionista o puntillista. Cristino evita la mancha y la reemplaza por puntos o átomos de luz, comparables a fotones: “En mi caso, la luz parte del mismo cuadro, no como en el Impresionismo, que la aporta del exterior. Los impresionistas detenían un instante de la naturaleza en su momento más sublime, pero la naturaleza se encuentra más allá de lo que vemos”. La iluminación en su pintura no responde a cálculos ópticos como en el neoimpresionismo, sino a una poética: “Yo busco una vibración, un estado que podríamos llamar de poetización. Pretendo que la luz vaya ligada a la misma textura del cuadro” (La palabra en el lienzo, p. 238).
La clave de su pintura reside en esta concepción de la luz. Surge del interior del cuadro; los objetos emiten luz propia, lo que explica la ausencia casi total de sombras y cuando estas aparecen son inmóviles, signo de eternidad y de lo intemporal. La luz no depende de un sol exterior, que rara vez aparece y, cuando lo hace, se detiene en el horizonte, simbolizando la suspensión temporal. Esta ausencia de sombras naturales sitúa su pintura fuera del tiempo y de su poder destructivo. Las fuerzas inmanentes y trascendentes de la luz se armonizan, ejemplificando la coincidentia oppositorum, la conciliación de contrarios. Las sombras que existen, como en las tazas de luz, pueden ser interiores (trascendentes) o exteriores (aparentemente naturales, pero también sobrenaturales), como explica Simone Weil: “La luz sobrenatural que desciende al dominio de la naturaleza se convierte en luz natural. Esto es bueno si se reconoce la procedencia. Sin la fuente sobrenatural de la luz, no hay más que tinieblas, incluso en el nivel de la naturaleza”.
Si el origen de las sombras fuera natural, se proyectarían desde direcciones diversas según el sol. La luz en Cristino de Vera, en cambio, es uniforme y unidireccional, revelando su origen sobrenatural. Los objetos —mesa, tazas, cestos, rosas— se encuentran en estancias iluminadas por una luz que iguala todo y es ajena a este mundo: “Quietud de la visión y silencio envolvente del objeto. Interior y exterior son ya una sola cosa” (Andrés Sánchez Robayna).
En síntesis, la pintura de Cristino de Vera constituye un arte de la luz interna, sobrenatural y simbólica, donde la eternidad, la trascendencia y la espiritualidad se manifiestan sin recurrir a la representación naturalista o a la ilusión táctil, devolviendo al espectador una experiencia de contemplación poética y mística.
Fernando Castro Borrego
Entrada gratuita
Más información en el teléfono: 922 262 873
Correo electrónico: info@fundacioncristinodevera.com
“Mark Rothko, Clyfford Still, Antoni Tàpies, Morton Feldman: cuatro faros cristinianos no-figurativos (y una cosa sobre su lectura de la obra de Gonzalo Chillida)”
Si Zurbarán, compartido con su maestro Daniel Vázquez Díaz, fue importante para él en su arranque, y si más tarde se cruzarían en su camino otros dos bodegonistas excelsos como Morandi o Luis Fernández, hay en el recorrido de Cristino de Vera un momento (1963) en que le tentó la abstracción, y en que, en su autoprólogo del catálogo de su individual en la madrileña Sala San Jorge, citó como dos de sus faros a Tàpies, el más esencial de nuestros informalistas, y a Rothko, el pintor de lo sublime por excelencia. Más tardíamente, se declararía rendido admirador del áspero Clyfford Still. Y, melómano siempre, entre sus compositores preferidos figura Morton Feldman, el autor de una pieza envolvente como Rothko Chapel, y alguien que siempre subrayó que aprendía más de sus amigos los pintores, que de sus colegas. Todo esto se refleja en los escritos de Cristino, entre los cuales encontramos también uno, muy largo, y absolutamente clave, sobre Gonzalo Chillida, cantor del Cantábrico y amigo, como el tinerfeño, de insistir e insistir sobre ciertos motivos.
Juan Manuel Bonet
Juan Manuel Bonet es escritor, crítico de arte y comisario de exposiciones. Ha sido director del IVAM de Valencia, del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, del Instituto Cervantes de París y del Instituto Cervanates. Es autor de ensayos sobre Juan Gris, Ramón Gaya, Gerardo Rueda o Martín Chirino, y de ediciones críticas de Ramón Gómez de la Serna, Rafael Cansinos Assens, Rafael Lasso de la Vega o Joan Perucho. Ha comisariado, entre otras muchas, exposiciones como El surrealismo entre el Viejo y el Nuevo Mundo, El poeta como artista o El ultraísmo y las artes plásticas. Es autor de un monumental Diccionario de las vanguardias en España (1995) y de Impresos de vanguardia en España (1912-1936) (2009). Ha publicado los poemarios La patria oscura (1983), Café des exilés (1990), Polonia-Noche (2008) y Nord-Sud (2011), así como el dietario La ronda de los días (1990).
De lo espiritual en el arte: Cristino de Vera y la tradición pictórica occidental.
Esta conferencia pondrá en relación la obra pictórica y gráfica de Cristino de Vera con la historia de la pintura, remontándonos a la pintura de iconos para llegar a la contemporaneidad. Basándonos en los colores sobrios usados por el pintor canario, en su técnica peculiar, en la simplificación de las formas, en la elección de algunos motivos y figuras, y finalmente en los encuadres utilizados, se tratará de poner de realce su originalidad en comparación con otros grandes maestros de la pintura occidental, en su búsqueda personal de lo espiritual en el arte.
Jean-Henri Giraud
Paul-Henri Giraud es catedrático de estudios hispánicos contemporáneos en la Universidad de Lille (Francia) y especialista en poesía hispánica. Se interesa en particular por la relación entre pintura, fotografía y literatura. Titular de un doctorado en la Sorbonne, ha sido Visiting Fellow en Clare Hall, University of Cambridge (Reino Unido) y secretario general del Institut des Amériques en París. Es autor de Octavio Paz: Hacia la transparencia (México, El Colegio de México, 2014) y de un libro de próxima publicación en español sobre el fotógrafo mexicano Manuel Álvarez Bravo (Manuel Álvarez Bravo. Lo impalpable y lo imaginario, México, Bonilla Artigas). Acaba de editar los ensayos sobre arte del poeta francés Claude Esteban (Par-delà les figures. Écrits sur l’art, 1964-2006, Strasbourg, L’Atelier contemporain, 2024).
Mística de la luz. Tradición patrística y hesicasta en la obra de Cristino de Vera
La luz ha constituido, en palabras del propio artista, “el elemento más importante de su pintura”. Pero ¿de qué luz se trata? ¿La luz de la naturaleza o la luz increada y divina? La conferencia explorará, en la tradición de los padres de la Iglesia y de la hesiquía del cristianismo oriental, la concepción de la luz increada según se plantea en la teología de la Transfiguración, con la intención de buscar sus posibles huellas en la obra de Cristino de Vera.
Victoria Cirlot
Victoria Cirlot es catedrática de filología románica en la Facultad de Humanidades de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Dedicada al estudio de la Edad Media: cultura caballeresca y mística, ha realizado diversas traducciones de novelas artúricas de los siglos XII y XIII del francés antiguo, como Perlesvaus o El alto libro del Grial y también de lírica trovadoresca. Entre sus libros dedicados a la novela artúrica destaca Figuras del destino. Mitos y símbolos de la Europa medieval. En el ámbito de la mística medieval se ha ocupado de Hildegard von Bingen en Vida y visiones de Hildegard von Bingen, así como de otras escritoras místicas en La mirada interior. Escritoras místicas y visionarias de la Edad Media. Ha trabajado acerca del fenómeno visionario en estudios comparativos de la Edad Media y siglo XX: Hildegard von Bingen y la tradición visionaria de Occidente y en La visión abierta. El mito del Grial y el surrealismo.
Cristino de Vera y los modernos, a la luz de Zurbarán
Cristino de Vera es uno de los artistas en los cuales podemos apreciar una vínculo más profundo y auténtico con Francisco de Zurbarán. El maestro del barroco místico español ofrece un via para adentrarse en el misterio de lo real que ha inspirado a diversos artistas de la modernidad. Su uso de la composición, de la luz y su manera de elevar la imagen hacia lo trascendente ofrece una guía para amplias espiritualidades.
Alex Mitrani Martínez de Marigorta
Alex Mitrani es doctor en Historia del arte por la Universitat de Barcelona y conservador de arte contemporáneo del Museu Nacional d’Art de Catalunya, donde dirige la construcción de la sección dedicada al arte de posguerra y segunda vanguardia. Es profesor asociado en el Centro Universitario de Diseño y Arte EINA, adscrito a la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha comisariado numerosas exposiciones como Alphonse Mucha. Seducción, Modernidad y Utopía (Caixaforum, Barcelona y Madrid, 2008), La lección de Diógenes (Tecla Sala e itinerancia, 2018), Liberxina. Pop y nuevos comportamiento artísticos (MNAC, 2018) con Inma Prieto; Joan Brotat. Paraíso melancólico (Fundación Cristino de Vera, La Laguna, Tenerife, 2017); Pic Adrian. Universo sonoro (Fundación Cristino de Vera, La Laguna, Tenerife, 2022); Roser Bru. Superar la distancia, Museu d’art de Girona, 2024; Qué humanidad? La figura humana después de la guerra, 1940-1966 (MNAC, 2023) y Zurbarán (sobre)natural. (MNAC, 2025) con Joan Yeguas.
“La luz metafísica”
Quisiera trazar un perfil de Cristino de Vera que pudiera asemejarse a ese arcoíris que surge cuando un rayo de luz atraviesa un prisma triangular. Quiero dar fe del Cristino hombre (delicado, buen conversador, próximo, confidente), del Cristino preocupado por reflejar en el lienzo o el papel sus dudas e inquietudes intelectuales (que podrían ser sinónimo de espirituales), de sus maestros pintores… Y todo ello a través de las conversaciones que hemos tenido, de sus propias poesías, de los poetas a los que ha respetado, de la música que aún escucha. Quisiera reflejar, también, la perplejidad de un hombre muy sensible ante los enigmas del universo que tanto le han inquietado siempre. Y recorrer, por algunos subrayados suyos, esa constante búsqueda por numerosos libros.
Manuel Llorente
Manuel Llorente es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, donde también cursó estudios de Derecho. Ha trabajado en los periódicos La Tarde de Madrid, Diario 16 y El Mundo, en el que ha sido responsable de la sección de Cultura durante 25 años. Ha sido jurado del Premio Princesa de Asturias de las Letras. Actualmente es patrono de la Fundación Francisco Umbral y presidente del jurado Premio Francisco Umbral al libro del año. Es autor de los libros de poesía Si la palabra fuera un espejo y Desmesura y colabora en la web literaria Zenda.
Del 04 de noviembre al 02 de diciembre de 2025 a las 19:00 h.
C/ San Agustín, 18
38201 - San Cristóbal de La Laguna
Más información en el teléfono: 922 262 873
Correo electrónico: info@fundacioncristinodevera.com