Exposición temporal
Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias
C/ San Agustín, 18.
38201 - San Cristóbal de La Laguna.
Esta exposición es la primera individual dedicada a Concha Ibáñez que se organiza después del fallecimiento de la artista, ocurrido en Barcelona el 22 de diciembre de 2022. Concepción Ibáñez Escobar había nacido el 12 de marzo de 1926 en la población costera de Canet de Mar (Barcelona). Allí se habían trasladado sus abuelos maternos procedentes de Instinción (Almería) −después de vender las tierras y los rebaños que tenían en su pueblo natal− junto a sus siete hijos. Una de ellas, Cristina, sería la madre de nuestra artista. Por su parte, Francisco Ibáñez Alcaráz, el padre de Concha, al terminar el servicio militar, se había desplazado a Barcelona, donde encontró trabajo en la famosa casa Escofet, industria dedicada a la fabricación del pavimento hidráulico, tan característico de las construcciones modernistas catalanas.
El matrimonio fijó su residencia en el barrio barcelonés de Sant Andreu, trasladándose más tarde al cercano barrio del Clot. Allí, Concha Ibáñez asistió a la escuela primaria y, después, obtuvo el título de maestra de modistería. No obstante, había mostrado su amor por el dibujo desde muy pequeña y, ya en la posguerra, cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios Llotja de Barcelona y en la Academia de Bellas Artes Sant Jordi de la misma ciudad. Además, asistía al Círculo de Sant Lluc donde hacía prácticas de dibujo al natural por las tardes.
Fue en el año 1960 cuando hizo su primera exposición individual en la Sala Jaimes de Barcelona. Este es el momento que ella consideraba como el punto de partida de su carrera artística, una carrera que duraría más de seis décadas repletas de actividad profesional; pues cada año hacía varias exposiciones individuales repartidas por toda España, así como varias en el extranjero. Las muestras colectivas en las que participó fueron centenares y, aún hoy, no están consignadas en su totalidad. Del mismo modo, son numerosos los registros hemerográficos y radiofónicos sobre su trabajo; sin embargo, resultan casi inexistentes los ensayos monográficos que se le han dedicado. Tampoco su vasta producción cuenta con un catálogo razonado. Aunque su obra está presente en las colecciones públicas y privadas más destacadas del país.
Concha Ibáñez se consagró al paisaje, tanto en pintura como en grabado. Pese a que se conservan algunos retratos y bodegones, no es su obra más destacada; ella encontró en el paisaje la expresión de su manera de estar en el mundo, a la vez que la posibilidad de resolver sus inquietudes estéticas e intelectuales. Su método de trabajo consistía en viajar a los lugares que deseaba pintar, donde realizaba multitud de esbozos y dibujos preparatorios para después, al regresar a su taller, desarrollar la obra final.
A lo largo de su trayectoria plasmó paisajes de Cataluña, Andalucía, Islas Baleares, Aragón, Venecia, París, Nueva York, Marruecos, Cuba, Lanzarote… pero, sobre todo, son las vistas de Castilla −con sus infinitos matices de amarillo− las que le aportaron más visibilidad y gran éxito, tanto de crítica como de público. Su manera de tratar esta iconografía, donde la síntesis formal, la concreción y la austeridad compositiva devino una marca estilística, hace que su obra sea fácilmente reconocible y, por lo mismo, inimitable; una cualidad esta solo al alcance de grandes artistas. En la exposición que hoy presentamos, compuesta por una mayoría de obras procedentes del legado familiar de la artista, destacan tres paisajes bellísimos de Lanzarote, tierra que, con sus tonalidades grisáceas, verdes y amarillas, inspiró con intensidad su imaginación.
Concha Ibáñez fue una persona absolutamente entregada a su carrera profesional, mujer independiente, decidió no vivir en pareja ni tener hijos, se dedicó a viajar, pintar y exponer, así como a cultivar numerosas amistades que enriquecieron su vida. Supo rodearse de las personalidades más destacadas del ámbito intelectual y artístico catalán: los escritores Concha Alós, Jaime Gil de Biedma, Marta Pessarrodona, Baltasar Porcel, Josep Maria Carandell, Antonina Rodrigo, Teresa Costa-Gramunt, los fotógrafos Colita y Joan Iriarte, los artistas Carme Riera, Adelaida Murillo, Núria Tortras, Mercedes de Prat, Agustín Fructuoso, Luisa García-Muro, Claude Collet, Pascal Plasencia, María José Vela, Martha Crockett, Maria Assumpció Raventós, Aurora Gassó, Anna Lentsch, Xaro Castillo, y un extenso listado más, compartieron con la artista tertulias, cenas y sobremesas.
Asimismo, no podemos olvidar el importante compromiso que Concha Ibáñez siempre manifestó con la sociedad de su época, apoyando incontables causas solidarias. Además, formó parte muy activa de los grupos de mujeres que, a partir de la década de los años 60, reivindicaron en Barcelona el papel de las mujeres en el mundo del arte, organizando exposiciones y ferias exclusivas para mujeres artistas. Ya en tiempos de la transición, la artista apoyó públicamente al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), de ideología comunista.
A pesar de que viajó en reiteradas ocasiones a Canarias y que amaba el paisaje de Lanzarote, nunca expuso en las Islas; es, por lo tanto, un honor y un privilegio exhibir la magnífica obra de Concha Ibáñez por primera vez aquí, en la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias.
Concepción Ibáñez Escobar había nacido el 12 de marzo de 1926 en la población costera de Canet de Mar (Barcelona). Allí se habían trasladado sus abuelos maternos procedentes de Instinción (Almería) −después de vender las tierras y los rebaños que tenían en su pueblo natal− junto a sus siete hijos. Una de ellas, Cristina, sería la madre de nuestra artista. Por su parte, Francisco Ibáñez Alcaráz, el padre de Concha, al terminar el servicio militar, se había desplazado a Barcelona, donde encontró trabajo en la famosa casa Escofet, industria dedicada a la fabricación del pavimento hidráulico, tan característico de las construcciones modernistas catalanas.
El matrimonio fijó su residencia en el barrio barcelonés de Sant Andreu, trasladándose más tarde al cercano barrio del Clot. Allí, Concha Ibáñez asistió a la escuela primaria y, después, obtuvo el título de maestra de modistería. No obstante, había mostrado su amor por el dibujo desde muy pequeña y, ya en la posguerra, cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios Llotja de Barcelona y en la Academia de Bellas Artes Sant Jordi de la misma ciudad. Además, asistía al Círculo de Sant Lluc donde hacía prácticas de dibujo al natural por las tardes.
Fue en el año 1960 cuando hizo su primera exposición individual en la Sala Jaimes de Barcelona. Este es el momento que ella consideraba como el punto de partida de su carrera artística, una carrera que duraría más de seis décadas repletas de actividad profesional; pues cada año hacía varias exposiciones individuales repartidas por toda España, así como varias en el extranjero. Las muestras colectivas en las que participó fueron centenares y, aún hoy, no están consignadas en su totalidad. Del mismo modo, son numerosos los registros hemerográficos y radiofónicos sobre su trabajo; sin embargo, resultan casi inexistentes los ensayos monográficos que se le han dedicado. Tampoco su vasta producción cuenta con un catálogo razonado. Aunque su obra está presente en las colecciones públicas y privadas más destacadas del país.
Concha Ibáñez se consagró al paisaje, tanto en pintura como en grabado. Pese a que se conservan algunos retratos y bodegones, no es su obra más destacada; ella encontró en el paisaje la expresión de su manera de estar en el mundo, a la vez que la posibilidad de resolver sus inquietudes estéticas e intelectuales. Su método de trabajo consistía en viajar a los lugares que deseaba pintar, donde realizaba multitud de esbozos y dibujos preparatorios para después, al regresar a su taller, desarrollar la obra final.
A lo largo de su trayectoria plasmó paisajes de Cataluña, Andalucía, Islas Baleares, Aragón, Venecia, París, Nueva York, Marruecos, Cuba, Lanzarote… pero, sobre todo, son las vistas de Castilla −con sus infinitos matices de amarillo− las que le aportaron más visibilidad y gran éxito, tanto de crítica como de público. Su manera de tratar esta iconografía, donde la síntesis formal, la concreción y la austeridad compositiva devino una marca estilística, hace que su obra sea fácilmente reconocible y, por lo mismo, inimitable; una cualidad esta solo al alcance de grandes artistas. En la exposición que hoy presentamos, compuesta por una mayoría de obras procedentes del legado familiar de la artista, destacan tres paisajes bellísimos de Lanzarote, tierra que, con sus tonalidades grisáceas, verdes y amarillas, inspiró con intensidad su imaginación.
Concha Ibáñez fue una persona absolutamente entregada a su carrera profesional, mujer independiente, decidió no vivir en pareja ni tener hijos, se dedicó a viajar, pintar y exponer, así como a cultivar numerosas amistades que enriquecieron su vida. Supo rodearse de las personalidades más destacadas del ámbito intelectual y artístico catalán: los escritores Concha Alós, Jaime Gil de Biedma, Marta Pessarrodona, Baltasar Porcel, Josep Maria Carandell, Antonina Rodrigo, Teresa Costa-Gramunt, los fotógrafos Colita y Joan Iriarte, los artistas Carme Riera, Adelaida Murillo, Núria Tortras, Mercedes de Prat, Agustín Fructuoso, Luisa García-Muro, Claude Collet, Pascal Plasencia, María José Vela, Martha Crockett, Maria Assumpció Raventós, Aurora Gassó, Anna Lentsch, Xaro Castillo, y un extenso listado más, compartieron con la artista tertulias, cenas y sobremesas.
Asimismo, no podemos olvidar el importante compromiso que Concha Ibáñez siempre manifestó con la sociedad de su época, apoyando incontables causas solidarias. Además, formó parte muy activa de los grupos de mujeres que, a partir de la década de los años 60, reivindicaron en Barcelona el papel de las mujeres en el mundo del arte, organizando exposiciones y ferias exclusivas para mujeres artistas. Ya en tiempos de la transición, la artista apoyó públicamente al Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), de ideología comunista.
A pesar de que viajó en reiteradas ocasiones a Canarias y que amaba el paisaje de Lanzarote, nunca expuso en las Islas; es, por lo tanto, un honor y un privilegio exhibir la magnífica obra de Concha Ibáñez por primera vez aquí, en la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias.
Jueves, 25 de abril, a las 19:00 h.
A cargo de Elina Norandi, comisaria de la exposición.
Seguida de una conversación entre Cristina Fonollosa, sobrina de la artista, y Elina Norandi.
De martes a viernes.
Previa inscripción del grupo.
Actividad gratuita.
Previa inscripción.
Actividad gratuita.
Previa inscripción.
Actividad gratuita.
25 de abril
Martes a viernes: de 10.00 h. a 14.00 h. y de 17.00 h. a 20.00 h.
Sábados: de 10.00 h. a 14.00 h.
Lunes, domingos y festivos: cerrado
C/ San Agustín, 18.
38201 - San Cristóbal de La Laguna.