Pino Ojeda

Pino Ojeda [Teror, 1916 – Las Palmas de Gran Canaria, 2002] es una figura fundamental dentro del panorama artístico y literario de la segunda mitad del siglo XX en Canarias. Destacada intelectual, creadora y activista cultural, consagró su vida a sus pasiones, la escritura y las artes plásticas. Su nombre se inscribe en la nómina de escritoras y artistas canarias que, como Lola Massieu, Chona Madera o Jane Millares, entre otras, desarrollaron su trabajo en paralelo a sus contemporáneos masculinos, como Juan Ismael, Plácido Fleitas, Pedro Lezcano, Felo Monzón o Rafaely.

Pino Ojeda se inicia en la escritura y en la pintura a los veintidós años, tras perder a su marido en la guerra civil española. Ambas expresiones artísticas, por las que obtuvo el reconocimiento de la crítica más prestigiosa del país y gran proyección internacional, surgieron en ella inesperadamente “en el mejor de los momentos, pues fue después de un delicado proceso sentimental en el que todo había dejado de interesarme”.

Poeta, novelista, dramaturga, su obra escrita transita por los sentimientos más profundos del ser humano, el amor, la soledad, el devenir del tiempo y la vida. Sus primeros versos vieron la luz en Mensaje, en 1945. Dos años después, la revista tinerfeña publicaría su primer poemario, Niebla de Sueño. Más adelante, en 1952, funda y dirige una de las propuestas editoriales más interesantes del panorama poético de los años cincuenta en España, la revista Alisio, hojas de poesía, donde logró aunar voces destacadas de la poesía canaria con las de Vicente Aleixandre, Gabriel Celaya, Carmen Conde, Gerardo Diego o Juan Ramón Jiménez, entre otras. En 1953 obtuvo el primer accésit del Premio Adonais por su obra Como fruto en el árbol, al año siguiente es finalista del prestigioso Premio Nadal en Barcelona con su novela Con el paraíso al fondo. En 1956 recibió el Premio Tomás Morales de poesía por La Piedra sobre la colina y, en 1991, el Primer Premio Mundial de Poesía Mística Fernando Rielo por su obra El Salmo del Rocío.

De formación autodidacta, Pino Ojeda comenzó a pintar como descanso de la poesía, pero su vocación artística y espíritu renovador la condujeron a completar su formación en la Escuela Luján Pérez, donde ingresó en 1947, y en las Academias Municipales, en 1960. Volvería a la Escuela Luján Pérez para cursar Bellas Artes entre 1973-75.

Interesada en la pintura, la escultura, la cerámica, el collage, la fotografía, la música y, a edad avanzada, en las posibilidades que le ofrecían las nuevas tecnologías, su lenguaje constituye una simbiosis entre la figuración geométrica y la abstracción lírica. En la década de los 50, expone con regularidad en Canarias y participa en la III Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en Barcelona. A partir de ese momento, inicia una sólida trayectoria en la que el paisaje lávico insular, ejecutado con lacas y esmaltes, es su principal motivo de inspiración. Se sucederán múltiples exposiciones nacionales e internacionales ─Suecia, Italia, Alemania, Suiza, Francia, Japón y Estados Unidos─. Entre sus galardones más destacados figuran el Primer Premio en el Certamen Nacional de Artes Plásticas, en 1962, y Primer Premio de pintura en la XII Exposición Regional de Bellas Artes, en Las Palmas de Gran Canaria, en 1966.

Por su carrera artística, Teror, su ciudad natal, la nombra Hija Predilecta del Municipio y la capital, Las Palmas de Gran Canaria, le otorgará el título de Hija Adoptiva de la Ciudad, reconocimientos a su labor y obra, distinguiendo también el Can de Plata por el Cabildo de Gran Canaria.

La exposición que presentamos, con una cuidada selección tanto de su obra plástica como de sus publicaciones, ha sido posible gracias a la colaboración de la Fundación Canaria Pino Ojeda, entidad que lleva a cabo una extraordinaria labor de recuperación y difusión del legado de esta figura central de la historia del arte y la cultura en Canarias.